Análisis político

Desesperación

Por Pedro Nel Niño Mogollón

 

            —¡Miguel Ángel! —decía el hombre llamando al niño—, ¡Miguel Ángel!

            Caminaba a paso largo, llevaba un paquete de periódicos viejos en desorden debajo del brazo izquierdo, y con la mano derecha tiraba por encima del hombro una destartalada zorra de madera colmada de reciclaje.

            —¡Miguel Ángel! —gritaba angustiado—, ¡Miguel Ángel!, ¿dónde se metió?

            El niño no respondía, no oía, no podía oír: el ruido de los carros, de los vendedores ambulantes, de la multitud dispersa no se lo permitían.

            —¡Miguel Ángel Díaz! —exclamó exasperado—, ¡Migueeeel Ángel! ¡Contesta ya, Miguelito!

            Bajó una cuadra apresurado y, al final, se encontró indeciso frente a cuatro esquinas. Quiso regresarse, pero optó mejor por la más cercana, la de su derecha.

Alcanzó a ver una aglomeración y se tranquilizó un poco ante la posibilidad de que el niño estuviese entre los curiosos; le fascinaba mirar y remedar a los artistas callejeros.

            Tomó aire para llamarlo por última vez, pero se quedó sin palabras cuando divisó los desgastados tenis de Miguelito, su hijo, en el centro de la avenida, rodeados por una bulliciosa turba.

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