Análisis político,¿Democracia en México?, número 29

Le llaman democracia y no lo es

Gerardo Rayo

Las élites mexicanas desde la Independencia de México se han caracterizado por su profunda cerrazón para dejar de gobernar, por aferrarse al poder de una y mil formas, porque saben que de ello dependen sus privilegios. Ninguna élite en México ha construido su riqueza sin el sufrimiento de la población.

De ahí que, cada vez que surgen alternativas dentro de los límites de la legalidad, dichas élites hacen todo lo posible por impedir el ascenso de nuevas figuras políticas que les obliguen a compartir el poder. Francisco I. Madero no era para nada un revolucionario, fue un político que comprendía que esa élite rancia del porfiriato debía de dar paso a elecciones libres y democráticas, demanda elemental que no fue cumplida y que llevó al torbellino de la Revolución Mexicana. Esa élite porfirista, de la que hoy mismo se vanaglorian las élites, era incapaz de ver su caída.

En el curso de las revoluciones sociales un sistema político y social completamente cerrado y accesible sólo para una parte de la población termina por derrumbarse cuando las condiciones de miseria y explotación son tan insoportables que la población decide cambiar de rumbo. Trotsky se refiere a dicho proceso como el “método de las aproximaciones sucesivas”, es decir, la población intenta una y otra vez resolver sus males dentro de los límites de la legalidad, cuando eso no funciona, lo intenta mediante la presión generada a partir de huelgas y lucha en las calles; cuando eso tampoco funciona, da un salto hacia la última salida que es la confrontación social abierta contra los defensores del status quo.[1]

En ese contexto, los trabajadores y campesinos mexicanos se han orientado hacia esa esa dirección. La lucha se ha dado en las calles y se ha dado contra los diferentes gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido Acción Nacional (PAN) que nada han resuelto, por ejemplo: el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional del 1 de enero de 1994, día de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio; la lucha del Sindicato Mexicano de Electricistas posterior a la extinción de Luz y Fuerza del Centro; los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que en 2006 estuvieron por derrocar al nefasto gobernador priísta, Ulises Ruíz, participando en un proceso de autoorganización popular consolidada en la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO); o las protestas a nivel nacional e internacional por la desaparición de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, por mencionar sólo algunos casos.

Si bien el neoliberalismo ha representado una degradación de las condiciones de vida de la población, en el caso de México se ve agudizado desde 2006 por la “guerra contra el narcotráfico”. Hubo de pasar poco más de 30 años para desmantelar casi por completo el estado de bienestar en México por un lado, y por el otro, para militarizar el país, situación que ha favorecido de forma sistemática la represión política en múltiples formas como el asesinato, la desaparición, la tortura y el secuestro contra los activistas sociales y periodistas. De tal forma, la “guerra contra el narcotráfico” fue la excusa perfecta para completar la neoliberalización del país, porque no se acabó con el narcotráfico, sólo se combatió a ciertos cárteles ligados al gobierno federal, estatal y local, y expandió la esfera de violencia hacia la población.

Dicha violencia ha alcanzado niveles sin precedentes en la historia moderna del país, sumado a las débiles instituciones, la corrupción y la ineptitud de los gobernantes, dan como resultado un nulo respeto por los derechos humanos y de libertad de expresión. Elemento que no figura como primordial entre las propuestas de los diferentes partidos que contienden por la presidencia. Actualmente México tiene una crisis en materia de derechos humanos que es urgente atender; pero que para los partidos electorales es contingente y hasta accidental.

Por otra parte, las instituciones que creó y adecuó a sus necesidades el PRI siguen funcionando, de tal forma que las prácticas ilícitas como robo de urnas, compra de votos, dinero ilegal que financia las campañas políticas, son parte de la cultura electoralista de cualquier partido político electoral en México.

Quienes piensan que es posible construir la democracia en México únicamente con unas elecciones, apuestan por una medida ilusoria que contribuye a salvar al actual régimen político. La democracia burguesa, a más de dos siglos de la Revolución Francesa, ha demostrado que en ningún lugar ha funcionado ni funciona. Democracia es… el gobierno de las élites, sean éstas empresariales, políticas o intelectuales, sobre la mayoría de la población. La democracia burguesa es un ejercicio de simulación en el cual las mayorías participan mediante el voto para validar un proyecto político.

Más específicamente, las instituciones mexicanas como el Instituto Nacional Electoral (INE, antes IFE) dirigido por el racista de Lorenzo Córdova,[2] y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) que avaló las candidaturas de Margarita Zavala y Jaime Rodríguez (“el Bronco”), con miles de firmas falsas, repetidas e incluso de muertos,[3] son incapaces de garantizar un derecho democrático tan elemental como es el voto. A las élites poco les importa lo que la mayoría diga o decida, si no apoya sus resoluciones. Tanto el INE como el TEPJF, aunque hayan cambiado sus nombres, son instituciones que permiten llevar a cabo los fraudes electorales, avalarlos y darles una apariencia democrática. Basta con mirar los fraudes electorales de 1988 al Frente Democrático Nacional dirigido por Cuauhtémoc Cárdenas, el de 2006 cometido contra el candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Andrés Manuel López Obrador, en el que las impugnaciones no procedieron y se avaló la elección y más recientemente el de 2012 con una compra despiadada de votos que favoreció al PRI.

Este 2018 no parece que vaya a cambiar algo de fondo en el país. Aquellos que apuestan por un cambio democrático mediante las urnas repiten las formulas ilusorias de 2012, cuando los jóvenes del movimiento yo soy 132 se oponían abiertamente al regreso del PRI y en cuanto se consumó el fraude, el 132 se dispersó de la misma forma en que surgió. Ahora, no hay otro referente organizativo de la juventud o de los oprimidos a nivel nacional.

Por lo anterior, y aunque la población en México sabe que si se respetaran los votos, Andrés Manuel López Obrador será electo presidente, tanto el PRI como el PAN pueden jugar su última carta e impedir, mediante otro fraude electoral la llegada a la presidencia del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). De fondo se encuentra el mismo razonamiento: el desprecio hacia los oprimidos de México, al ser considerados por los políticos únicamente como números que apoyan a tal o cual proyecto.

No obstante, los oprimidos han sido históricamente los que llevaron a la caída a montones de regímenes políticos y élites, los oprimidos estaban dispuestos a defender con las armas el voto en 1988, o los que se movilizaron en 2006 contra el fraude electoral. Es probable que de consumarse otro fraude electoral, las élites y los partidos gobernantes sean incapaces de salvarse, incluso con todo y el ejército en las calles. Una característica de las revoluciones sociales es su capacidad de pasar rápidamente a la ofensiva y derribar las murallas del sistema político arrasando con los defensores del pasado.

Lo mejor que le puede pasar al sistema político mexicano es que gane Andrés Manuel López Obrador (AMLO), porque no representaría una ruptura con el neoliberalismo y podría paliar durante algún tiempo la profunda crisis tanto económica, como política y de legitimidad que hoy se vive en el país. Pero por otra parte, para las personas que luchan y han luchado en el país, permitiría mejores condiciones en las cuáles desenvolverse, aunque eso no asegure la resolución a sus demandas.

Es muy claro que aunque AMLO llegare a la presidencia, “la transición democrática” seguiría siendo un mito, como lo fue el del año 2000, como lo ha sido el de Chile después de la dictadura o el del Estado español a la muerte de Franco: una simulación en las formas de gobernar con los mismos funcionarios accionando la maquinaria del Estado.

Por otra parte, dicho escenario podría ser la sepultura definitiva de esa izquierda que no terminó por cuajar y su derrota casi definitiva, como sucedió con Syriza en Grecia. Syriza llegó con altas expectativas de la población para frenar los recortes sociales implementados desde el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea, pero dichas expectativas fueron frustradas y Syriza dejó de ser una alternativa al no poder cambiar nada. Ello llevó a un retraimiento de la izquierda griega de la cual hasta la fecha no puede recuperarse.

Por último, cuando los revolucionarios franceses decapitaron al rey Luis XVI en 1793 pensaban que la monarquía no volvería a reponerse de tan duro golpe. Años más tarde, supieron que la guillotina no garantizó la destrucción completa de la monarquía. De la misma forma, incluso aunque AMLO gobernara, las élites mexicanas, el PRI y el PAN no dejarán de existir y amenazarán a cada instante con volver al poder. Le llaman democracia y no lo es, y no lo será, hasta que los oprimidos participen activamente en la construcción de sus destinos.

[1] León Trotsky, Historia de la Revolución Rusa, V. 1, trad. Andreu Nin, México, Juan Pablos Editor, 1972, pp. 13-19.

[2] Mathieu Tourliere, “Audioescándalo en el INE: Lorenzo Córdova se mofa de indígenas”, Proceso, 19 de mayo de2015, https://www.proceso.com.mx/404753/audioescandalo-en-el-ine-cordova-se-mofa-de-indigenas (Consultado el 18 de junio de 2018).

[3] Santiago Igartúa, “Pese a firmas “fantasmas” y ser investigado por fondeo irregular, el TEPJF avala candidatura de “El Bronco”, Proceso, 9 de abril de 2018, https://www.proceso.com.mx/529231/pese-a-firmas-fantasmas-y-ser-investigado-por-fondeo-irregular-el-tepjf-avala-candidatura-de-el-bronco (Consultado el 20 de junio de 2018).

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3 Comentarios

  1. Esteban Romero dice:

    Excelente análisis!!! Aunque también se sabe que las élites de poder no sólo se dan en las altas esferas, sino también en las de clase obrera, abuso de poder y compadrazgos; son por mencionar un ejemplo, una práctica en todos los estratos de nuestra sociedad.

  2. Cristian Rosas dice:

    https://www.sup.org/books/title/?id=16863

    Recomiendo ese libro para sumar mayor profundidad a su discurso.

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