Por Izar Iraultza
La fusilería arrasa con el pasado
de los que mandaron a hacer monumentos
construyeron ciudades europeas
pagaron por un retrato y vistieron
de gala todos los días de su vida.
Todos esos nombres que adoran
los liberales están sucios y llenos
de dolor, de odio, de hambre
de penas, de lamentos, de rostros
anónimos sin luz ni color.
Nos hablan siempre de grandeza
de lo maravillosa que fue/es la patria
de los valores, de las cosas buenas
y las cosas malas, pero sobre todo las buenas.
Así exculpan sus conciencias.
Hablan de libertad y terror cuando
ellos mantienen las cárceles y disparan
en la cabeza de los libres
cuando persiguen con caballos
y antorchas las palabras inconformes.
Y nunca perdonarán que
un día la fusilería haya disparado
sobre sus mentiras, destrozado sus caras
abolido sus derechos, repartido las tierras.
Mientras exista la humanidad quedará
el recuerdo de los hambrientos tomando
el poder, asaltando el cielo, fusilando a sus
verdugos, resucitando estrellas.
Teman enemigos irreconciliables de Octubre
porque el pasado demostró que lo imposible
era realizable, que las derrotas no son eternas
y que se puede vencer
una vez más.