Por Sandra Simone
Guerras y sometimiento
pérdida de paz suprema
supo dar con el aloque
el vencedor en la faena.
Al principio se dispuso
algo que era ya un tópico
pero al ser tal el estrago
no hubo mejor solución
que apelar a lo privilegiado.
La Unión solamente fue
un creciente subterfugio
para ocultar la verdad
que encubría a un poder
para no saber
hacia dónde iba orientado.
En la siguiente disputa
se enfrentaron dos potencias:
un prolífico intelectual
y un hombre de moral autócrata.
El primero cuestionó
las razones del segundo
y por eso se lo condenó
al destierro y a ser extinguida
su pasión en una patria aguerrida.
Del segundo quedó una herida
muy difícil de sanar
ya que logró que millones
fenecieran en el tramo
que llevó a la Nación
a ser potencia mundial
a pesar de lo perdido.
Pero la ardua Revolución
es dilema para el debate
ya que las grandes barbaries
han derrochado penas
y han dejado en los contrarios
un dolor innecesario
y la melancolía
de lo que una vez fue valentía
en las manos del proletario.