Análisis político,¿Democracia en México?, número 29

Sobre la naturaleza de clase de MORENA

Por Nahúm Monroy

Algunos camaradas en redes sociales sostienen que el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) no puede ser caracterizado como un partido ‘burgués’ debido a que millones de trabajadores votaron por ésta expresión el pasado domingo, derrotando así a los partidos de la derecha. El debate sobre la naturaleza de clase de MORENA cobra mucha relevancia en estos momentos en los que se han abierto enormes expectativas sobre el próximo gobierno de López Obrador. Espero que las siguientes líneas contribuyan, aunque sea un poco, a esclarecer el asunto.

Ante todo camaradas, pienso que en la teoría como en la lucha política siempre debemos tener cuidado de que el establecimiento de categorías formales no nos impidan aprehender las particularidades de un fenómeno determinado; sin embargo, hacer una caracterización errónea nos puede llevar al extremo opuesto.

La naturaleza de clase de un partido político no puede ser establecida únicamente por la proporción que los integrantes de una clase social tienen frente a otra: en este caso, millones de trabajadores seguidores y militantes de Morena frente decenas o cientos de empresarios de la misma filiación. Este es un criterio importante por supuesto, pero no el único, ni siempre el decisivo.

En la definición del carácter de clase de un partido también intervienen factores como las raíces históricas, la composición social y las ideas políticas dominantes. En el «18 Brumario de Luis Bonaparte» por ejemplo, Marx destacó -al hablar de los shopkeepers o tenderos- la importancia que las ideas políticas tienen en el establecimiento de las relaciones entre las clases sociales y sus representantes políticos.

Si por la presencia numérica del proletariado se tratara, el PRI también podría haber sido caracterizado durante muchas décadas como un partido obrero, pero bien sabemos todos que dentro del PRI los trabajadores se encontraban amordazados por una estructura corporativa que sirvió como base para la edificación del Estado capitalista. Además, dentro del PRI no sólo tenían presencia los trabajadores, si no también los industriales, las distintas capas del campesinado y los generales que en el período pos revolucionario se convirtieron en los nuevos capitalistas.

Por lo tanto, no es suficiente decir que millones de trabajadores votan o militan en un partido para caracterizarlo como obrero, también se debe indagar qué posición ocupan frente a otras clases, si se encuentran subordinados a ideas políticas ajenas a sus intereses y si se encuentran agrupados o fundidos en lo que comúnmente se denomina «pueblo».

Desde el punto de vista del marxismo existen dos clases sociales fundamentales: el proletariado y la burguesía. Son fundamentales porque a diferencia de las clases medias y otros sectores sociales, desempeñan un papel motríz en la producción y son las únicas que pueden desarrollar una posición política independiente. Por este motivo cuando de la naturaleza de clase de los partidos políticos se habla, resulta muchas veces un eufemismo decir que existen «partidos de las clases medias» o «partidos populares», como si de expresiones políticas completamente independientes a los intereses del proletariado o la burguesía se trataran. La mayor parte de las veces esta clase de partidos son de naturaleza burguesa con énfasis en tal o cual asunto, o bien plataformas de partidos de trabajadores.

Morena no es un partido obrero o de la clase trabajadora ni por su composición (pues es policlasista), ni por su programa, ni por sus raíces históricas. Es un partido burgués nacionalista heredero de la visión estatal del antiguo PRI. De ahí que muchos de sus actuales dirigentes como el mismo López Obrador, Jiménez Espiriú y otros tantos, hayan emanado de sus filas e incluso, hayan sido renombrados funcionarios en la época de Luis Echeverría y otros sexenios priístas.

En Morena los trabajadores tampoco se encuentran agrupados como militantes ni tienen una identidad de clase propia sino que se funden en el imaginario de lo que tradicionalmente se ha denominado en México «pueblo» y que durante muchas décadas supo utilizar magisterialmente el PRI. Además en su estructura el partido tiene un componente predominantemente mesocrático (clases medias y burguesía) e incipientemente clientelar que contrarresta la influencia que algunos sectores obreros le pudieran llegar a dar al partido, (como los mineros en Michoacán, que votaron masivamente a Obrador).

No es coincidencia por este motivo que los valores de la ideología democrático burguesa como el respeto a la propiedad privada y la libre empresa sean difundidos con naturalidad por la aplastante mayoría de sus dirigentes, cómo tampoco es fortuito que en su discurso los dirigentes de Morena se esfuercen una y otra vez en dirigirse a sus bases como «ciudadanía» y «sociedad civil» en lugar de «trabajadores» o «pueblo trabajador».

Si nos detenemos en este elemento del discurso, el concepto de «ciudadanía» solo aplicable a la dimensión civil de los individuos, les ayuda muy bien a los dirigentes de Morena (de valores y mentalidad capitalista), a eludir un choque político con los amos y señores del país y les ha permitido también atraer a elementos abiertamente burgueses como Tatiana Clouthier, Alfonso Romo y Yeidckol Polevnsky, ex integrantes de cámaras empresariales y principales difusores de la ideología democrático burguesa.

En México a diferencia de otros países, jamás han existido partidos obreros de masas ni algo que medianamente se parezca a la socialdemocracia. Es por ello que resulta erróneo abordar a Morena como si fuera un partido socialdemócrata y decir que sus dirigentes van a traicionar los intereses de los trabajadores. Los dirigentes de Morena no van a traicionar al proletariado simple y sencillamente porque jamás se han propuesto defenderlo como clase. Ellos siempre han defendido que el cambio social debe ser encabezado por los empresarios. Podemos revisar al respecto el programa y los anuncios de la reciente campaña electoral.

Ahora bien, si fuera suficiente con decir que Morena es un partido burgués y que representa lo mismo que todos los demás partidos, podríamos quedarnos en casa satisfechos y cruzados de brazos como a las mentalidades sectarias tanto les gusta. Pero ahora Morena tiene seguidores por millones.

Los socialistas debemos estar ahí donde se encuentren las masas trabajadoras y con paciencia explicar las limitaciones del programa de Morena, pero no debemos ignorar que este partido fue creado para refundar el Estado capitalista y no para acabar con él, sus siglas signfiican: Regeneración Nacional. Por otra parte, Morena es menos democrático, gira en torno a un liderazgo único y es mucho más vertical que el antiguo PRD.

Es necesario mantener una actitud compañera con los simpatizantes y militantes de base de Morena sin dejar de tener claras las limitaciones de este partido.
La fuerza de la ideología democrático burguesa en México emana precisamente de la ausencia de una organización y una ideología propia del proletariado. Los socialistas no nos hacemos más fuertes negando que Morena sea un partido burgués, sino al contrario, reconociendo su naturaleza, su especificidad histórica y sus limitaciones. Ello evitará crearnos falsas expectativas y delineará mejor nuestros objetivos.

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