Por Arturo del Villar
(Madrid, España)
El valor de la poesía
Quién se atreve a escribir algún poema
para alabar al mundo y su armonía,
sabiendo que los niños desnutridos
mueren sin ensayar una sonrisa.
Malditos los que ignoran a los pobres
porque les entretiene la poesía:
su escritura es un acto delictivo,
su complacencia una actitud lasciva.
Cómo mirar si el cielo resplandece,
si las estrellas lucen infinitas,
cuando buscan millones de parados
en cubos de basura su comida.
Quién puede poetizar sobre las flores
al tiempo que los hombres se suicidan
por faltarles dinero y esperanza
para aguantar un poco más su vida.
Pregunto a los que toman decisiones,
¿por qué la UNESCO no programa el día
de los niños hambrientos que no pueden
tener atisbos de una vida digna?
Maldita la poesía que no sirve
para explicar al mundo la mentira
del “poder del lenguaje” con figuras:
alimentos demandan, no poesía.
Son nuestras enemigas las palabras
cuando van a anunciar malas noticias:
destruyen la confianza en su eficacia
para decirnos su verdad podrida.
Escribirán en verso los desahucios,
las sentencias de cárcel, las medidas
de represión, las multas por injurias
a las reverenciables dinastías.
Las palabras sonoras de tan huecas
totalizan sus armas favoritas
para imponer al mundo sus razones:
son su disimulada policía.
Yo quiero una poesía con harapos
que se comporte igual que una mendiga
pidiendo una limosna sucia y rota,
con la mano tendida en una esquina.
Poesía que reclame la postura
del hombre libre frente a la mentira
de decirnos iguales en derechos,
cuando los amos guían la partida.
Una poesía que no huela a rosas,
hecha de barro fuerte y progresista,
para que todos puedan compartirla
porque exponga su afán de cada día.
Una poesía que levante el puño
contra todas las formas de injusticia,
que derribe los templos pecadores
e inspire caridad a los suicidas.
Maldita la poesía halagadora
que cuenta una inventiva envilecida:
no llega a florecer la primavera
mientras la gente lame sus heridas.
La UNESCO nos engaña con ideas
de los ricos ociosos en pandilla:
mientras haya en el mundo desahuciados
habrá suicidas, pero no poesía.
Unos rebuscan lo que otros tiran
Hasta un tercio de todos los alimentos se estropea o se desperdicia antes de su consumo por las personas. Es un exceso en una sociedad en la que casi mil millones de personas pasan hambre Informe de la FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
En España no sobra la comida,
sino al revés, domina la pobreza,
compartimos miseria con crudeza,
vivimos de milagro, si eso es vida.
Cuánta necesidad hay sin salida,
sobrevivir es una gran proeza
sin dinero y trabajo y la certeza
de tener la esperanza prostituida.
Todos somos mendigos descontentos
perdidos en tramposas confusiones,
debido a los estómagos hambrientos.
Con la imaginación somos glotones,
soñando con mendrugos de alimentos.
Aquí sólo nos sobran los borbones.