Por Ernesto Tancovich (Argentina)
París – Versalles, Francia / octubre de 1789
El precio del pan ha vuelto a subir
una chica bate el tambor
las mujeres se arremolinan con sus bolsas vacías
Maillard, ese payaso de los mercados, arenga
la decisión se toma rápidamente
irán por el panadero, la panadera y el panaderito
son cientos, luego miles, bajo el aguacero
seis horas después invadirán Versalles
arrastrando cañones conseguidos por el camino
pisotean los jardines, embarran el mármol
se repantigan en los terciopelos
la reina salva su cabeza tras una puerta
siente el rey bajo su culo huir el trono y cae
de altanero a timorato ante la canalla de los mercados
así es como suceden estas cosas
de un día para otro
por acción o efecto de la desobediencia
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Manchester, Inglaterra / 1811
El capitalismo emerge del pozo de tinieblas
en que ha venido engordando
es un monstruo tentacular, de mil ojos, en armadura de acero
del telar doméstico, de la rueca, hace astillas
arrasa los huertos, vacía las despensas, tumba las ollas
deja sin pasto a las vacas
echa a rodar familias por los caminos
de todo hace mercancía
sobre la faz de la tierra instaura su noche
y erige telares de vapor, hornos de fundición, chimeneas, patíbulos
su red de tuberías traslada sangre a los grifos palaciegos
una ley de hierro sustituye a la costumbre
el precio de los alimentos aumenta sin cesar
Hannah Smith, madraza, cincuenta y cinco años
vuelca un carro de patatas en el camino
y ese día la chusma come
Hannah es juzgada y ahorcada el mes siguiente
bajo el cargo de obstruir la marcha del progreso
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Petrogrado, Rusia / marzo de 1917
El precio del pan se ha multiplicado por siete
vulnerando cierta ley de la economía
“el salario debe alcanzar para mantener la fuerza de trabajo”
La fuerza de trabajo tiene nombres:
Marina, Natalia, Maia, Nadezhda, Valentina, Olga, Sonia, Anna
y bocas con hambre, ollas ociosas, chiquilines llorosos
con la furia de un fenómeno natural estalla la huelga
fábricas despobladas, máquinas mudas, rostros al sol
la calle hierve
el Zar envía sus cosacos
los cosacos vacilan, bajan las armas, se mezclan con sus hermanas
un régimen se desploma
el abismo hace lugar a la esperanza
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Campana, Argentina / junio de 2002
La luz fue virando de gris a malva, a rosados
lanzas de oro llegan desde el río
acompañadas de brisa glacial
en la calle desierta las mujeres esperan
unas parlotean para darse calor
otras quietas y taciturnas prefieren guardar energías
en momentos comenzará el reparto
del pan que quedó sin vender
se abren las puertas, el panadero viene arrastrando un canasto
es gordo, se lo ve de buen humor, a ojo de buen cubero mide el grupo
“no se aglomeren, hay pa’ todas”
es temprano, volverán con tiempo
de que los chicos refuercen con algo sólido el mate cocido
antes de salir para la escuela
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Florida, Argentina / agosto de 2002
La mujer acaba de comprar una baguette
calientita, recién salida del horno
la lleva apretada contra el pecho
el hombre viene empujando un carrito
que ha logrado sustraer del supermercado
le pide si por favor el envoltorio
ella quita al pan su atavío de papel
el hombre lo demora entre las manos
estrujando el remanente de tibieza
La mujer reanuda su camino con el pan desnudo
Brutal e insuperable Ernesto. Plasma la cruel realidad de la pobreza como si la vieramos en primera fila. Felicidades