Ernesto Tancovich
(Argentina)
“La inteligencia está derrotada
a partir del momento en que la expresión del pensamiento
va precedida, explícita o implícitamente, de la palabra nosotros”
Simone Weil (1909 – 1943)
No beberé una gota a expensas del sediento
ni probaré bocado que a otro se le niegue,
no usurparé el calvario de aquél.
Trazaré el propio via crucis, tendré mi Gólgota, seré negada
tres veces, y cien veces,
antes y después que el gallo cante,
aceptaré el vinagre, el escarnio, las espinas,
el golpe de lanza,
más aún diré:
los reclamo, iré por ellos, serán mi arcilla, pigmento y fuego.
En barriadas tortuosas habitaré mi celda,
con incensario de creolina, pis, gas de querosén, fritura barata
y un simulacro de Dios
multitudinario, horizontal,
sindicalizado.
Cederé la capa y también el sayo, las horas,
las enrevesadas volutas de la escritura,
la sangre
de a gotas y a borbotones.
Barracas suburbanas se harán templos
para la misa proletaria,
monstruosas naves de plantas metalmecánicas,
escenografías del Apocalipsis.
Ulular de sirenas, golpeteo de balancines, chirriar de tornos y poleas,
voces del órgano mayor.
Ostentaré en la frente el sello del esclavo, el rombo
de l’usine renault de boulogne billancourt.
Judía renegada,
cristiana sin iglesia,
socialista esteparia,
pacifista de armas tomar,
de lo alto a lo bajo, ida y vuelta, cada día.
Y al final,
agotada la fuente de prédica y profecías
de palo de trueno y martirio, de estandartes, manifiestos y banderas,
definitivamente borrada la palabra nosotros
en perfecta soledad,
aligerada de peso y volumen,
me dejaré volar
como una pluma negra.
Traspondré las puertas de otro cielo
turbio de humareda, espejismos, desengaños, oscuras damas
que custodien la tumba de los dioses.
Y ocuparé el sitial que me habrá sido reservado
a la diestra de nadie.