Devastación ecológica, número 17,Escribir para transformar

MOBUTU, KABILA… ¿ ZIMAMBA?….

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Adriana B.

LITERATA Y ESCRITORA

EN CONSTRUCCIÓN

OCTUBRE 5, 2012.

Me has pedido que escriba de nuevo, como esperando impaciente las sorpresas que han de traer mis palabras combinadas con emociones, escenarios, misterios, mensajes, personajes y anécdotas que a veces parezco olvidar. Aquí estoy escribiendo para ti, querido lector ansioso y desesperado, generador de mi búsqueda del tiempo dedicado a la escritura de las siguientes páginas y espero que de muchas otras más.

A decir verdad, no sé por dónde empezar esta vez, qué contarte, qué compartirte que sea todo lo cautivador posible para mantener tu mente, tu interés y todos tus sentidos aquí, concentrados sólo en esto que estoy por crear para ti y para tus ojos.

Me pregunto si esta misma sensación fue experimentada antes. Algo me dice que así debió sentirse Sherezada al término de cada una de sus mil y una historias. Tal vez en particular al inicio de ellas, sabiéndose destinada a crear un relato fantástico y espectacular cada noche para conservar el interés del Sultán y, con ello, su propia vida. Debió preguntarse justamente qué contarle a aquella majestuosa  mente de quien dependería la decisión de conservar o no, un día más la cabeza sobre los hombros.

Tal vez estés pensando para tus adentros… ¡exageras! …. ¡no es tan  grave! … pero…si me parece que es muy digno de curiosidad…. ¿te imaginas?… ¿será que se encuentran las almas de esclavos y sultanes de una vida a otra?; ¿será que tienen misiones similares que cumplir a través de los siglos y del tiempo?; ¿Qué fue de las almas nuestras, antes de estar aquí?… ¡ya sé!…. debes estar  sonriendo….. pensando que esto del manejo del estrés ya me llevó demasiado lejos…. que el cambio de alimentación y esta idea loca de participar en la popular carrera del  25 de noviembre comienzan a afectar mi neurona y cerebro en su conjunto.

Que perdí el juicio, la congruencia, la cordura y el sentido de la realidad que alguna vez tuve, y que más valía no haber iniciado este viaje interno del cual doy evidencia de no volver completamente… ¡La perdimos!….¡se le fueron las cabras!… ¿o tal vez el sustituir los fritos por los asados termina por provocar alucinaciones?.  Si tengo un poco de suerte, debes estar identificando que esta obsesión mía de toda la vida, que me interroga constantemente de dónde vengo y hacia dónde voy, no deja de acompañarme nunca.

En efecto, y es que no puedo dejar de sentir las múltiples conexiones de mis células con tantos y tan diversos lugares; con personas de tan distintos sentires y pensares, con situaciones tan extremas y tan inexplicables. ¿Dónde estuvo esta energía que hoy me ocupa, antes de estar conmigo?

¿Fue mi alma acaso la energía de un observador ermitaño, analítico, reflexivo, divagante, filosofador, cuestionador  y, particularmente, encaprichado con encontrar respuestas invisibles, inexplicables o fantasmagóricas?

¿Ocupó esta energía el alma de la popular, creativa, fantástica e imaginadora cuentacuentos del Medio Oriente?, ¿Tuvo el apego a la palabra, el rigor, el orgullo y el sentimiento profundo del triste narigón en la Francia del 827? Qué más diera yo por saberme habitante de los cuerpos de alguno de estos personajes. So pena de no contar con evidencias, ni con datos fidedignos para enorgullecerme con estas afirmaciones, conforme estoy de constatar que, como en la vida de ambas celebridades, en la mía encuentro a los motivos y a las personas que generan esta convivencia con las palabras. Ellas generan este juego de imaginaciones, esta búsqueda  de creatividad, este mar de preguntas y de reflexiones y estos intentos de que artesanalmente se tejan las letras en bloques de historias y de relatos, deseablemente dignos de ser compartidos contigo.

¿Acaso el DDT de las lechugas orgánicas que recién empiezo a consumir me genera estos pensamientos tan etéreos, tan… new age y tan “trans- dimensionales”?… no me he atrevido aún a llevarlas a examen de laboratorio….tal vez nunca lo haga pues en realidad prefiero seguir ocupada en divagar sobre lo intangible e invisible, pero no por ello inexistente ni imperceptible, delicado e irrompible lazo que compartimos las personas y sus almas aún a través del tiempo y de las distancias.

¿Demencia senil a esta edad?….nada… estos son mis viajes…. esos que no me provoca el tequila, ni la mariguana, ni el whisky, ni el vino tinto… ninguno de los hongos de la desaparecida doña Sabina, ni mucho menos alguna otra sustancia de dudosa procedencia clínica. Si debiera identificar algún detonador, sin duda  te diría que lo es el papel, la tinta, la distancia que marco con situaciones,  con objetos y con personas…esa que me da el tiempo y las condiciones para acercarme a mí, para adentrarme en mi propio yo. Son los trayectos que emprendo hacia mi interior, esos que en vez de requerirme llenar el equipaje, me permiten despojarme de él y hacer frente a los días concedidos, con el menor cargamento posible.

Pero… han pasado ya algunos días…algunos párrafos incluso, desde que empecé a preguntarme qué contarte y escribirte hoy. De pronto, esta mañana, después de la terapéutica y regeneradora tarde de ayer, desperté lista y convencida de escribir lo que en esta ocasión estás a punto de descubrir. He de contarte que hace unos meses inicié la búsqueda desesperada de un gran y querido amigo de quien hoy no tengo una sola pista.

Hablando de las almas y sus misiones, su alma parecía encomendada a cuidar de la mía de un modo tan peculiar, que de una imperdonable ingratitud y frialdad resultaría no dedicarle este espacio, plasmando en él mi sentir y mis reflexiones de muchas horas, de muchos días y probablemente mi reflexión de muchasmañanas.

En ocasiones he llegado a pensar que su alma viajó de mucho antes, de tiempo atrás para poder estar conmigo y así cerciorarse de mi brillo. ¿Es acaso una coincidencia que dos personas tan distantes en el tiempo y en el espacio puedan generar esa misma, única, irrepetible y muy particular sensación de protección?, ¿Es acaso una coincidencia providencial el hecho de que el color de piel y el origen geográfico de ambas puedan incluso haber sido los mismos?, ¿Es fortuito e inexplicable el nivel de lealtad y de compromiso de ambas personas para conmigo? ¿Por qué para ambas era primordial que quien sobresaliera fuera yo?, ¿Cuál era su interés en que yo no cayera nunca antes de tiempo?, ¿Fueron puestas a mi lado para colocarme constantemente en la cima de un pedestal importante?

En realidad, nunca supe ni pregunté en dónde había visto el sol mi querida nana, cuyo nombre comprendo ahora evidentemente mexicanizado. Ya los recuerdos e imágenes de Juanita se encuentran muy diluidos en mi mente. En reuniones de familia, aun en ocasiones el celo de mi madre le permite mencionar la anécdota de lo bien que ella me cuidaba los rizos y el peinado, de cómo no podía explicarse que siempre que llegaba la hora de deshacerlo, su pequeña rompiera en tan enigmático llanto.

¿Qué le pasa a la niña Juanita?…nada señora, ya la voy a meter a la bañera… ¿pero, por qué llora así?, no sé señora, es que no le gusta que le quite sus coletas… a ver Juanita… tráigamela para acá…..seguramente Juanita lamentaba aquella indicación, pero lo último que habría podido hacer habría sido incurrir en su franco pero muy deseable desacato…

¡Claro!…quedó entonces claro que no me gustaba que me deshicieras las coletas…si ambas, una detrás de cada oreja, se encontraban coquetamente ornamentadas con enormes moños de listón satinado, que una vez amarrado a la coleta, fijabas con cinta adhesiva para evitar que el adorno se deformara!….

¡Eso explicaba todo mi llanto…si al quitar cada moño, seguramente quitabas de mi cabeza centenares de rizos!…pero, lo importante era que cada día, cada una de las personas que se topaban en mi camino me recordara coquetamente presentada, nítida, reluciente…dice mamá que para ti, yo era una muñequita a la que cuidabas y arreglabas con todo tu esmero.

En el pueblo no faltó quien te responsabilizara del cambio de color de mi cabello y ojos… ¿cómo era posible que los rubios rizos se tornaran tan obscuros?, seguro algún brebaje le habrías preparado y aplicado. Más graves se tornaban las acusaciones cuando del cambio de mi color de ojos se trataba. ¿De qué hechizo te habías valido para transformarlos al color de la miel?

Fue evidente que mis padres habían estudiado la vida y obra de la genética de Mendel, pero que no todos en el pueblo tenían el placer de conocer al investigador, ni mucho menos de creer en sus postulados.

Para todos ellos, aquella sólida, irrompible y leal africana, a quien se habían encomendado mis cuidados, no era más que una sospechosa representante de la magia negra, que quién sabe si un día fuera incluso capaz de alimentarse de una pequeña, como se decía burlonamente que lo habían hecho sus ancestros.

Mi mente ha borrado todo rastro del último día que de tu vida me regalaste, no recuerdo nada, nadie en la familia mencionó después cómo fue tu partida y tal vez por evitar el dolor, también yo decidí borrarte, no preguntarlo ni siquiera con el paso de los años. Hoy, conociendo el carácter y las decisiones de mamá…me temo realmente que un día, más por celo que por agradecimiento, haya decidido alejarte sin mayor consideración de mí lado

Lo único que deseo con toda mi alma es que tu despedida de mí no haya sido tan dolorosa como lo fue la despedida de Caro, la nana de mi hermana Gaby. Que no haya habido llanto, ni dolor, ni acusaciones poco probables….que no haya sido el producto del aterrador descubrimiento de mamá, al constatar el apego y cariño que de niño uno le confiere a la persona que con todo su ser le cuida y le protege.

Cierto y lamentable que tu imagen y esos últimos días compartidos están ya muy diluidos en mis recuerdos. Lo que no podrá diluirse nunca es el lazo que con tus cuidados, con tu ternura, con tu lealtad y con tu vida tejiste entre tu alma y la mía. No sé si ha sido ese lazo el que me ha llevado una y otra, y otra vez a relacionarme con las personas en quienes te veo y te siento. No sé si el escucharte hablarme en dialectos me haya desarrollado esta aptitud de comprender Lingalá y Suahilí sin jamás haberlos hablado.

¿De dónde viene este gusto, este aprecio, este apego mío a la música de tu continente…es acaso la que me compartías mientras me hacías dormir o cuidabas de mí? ¿Fueron acaso mis canciones de cuna y las guardianas de todos mis sueños? ¿Cómo me explico esta pasión por la tierra que en especulaciones  los científicos afirman, ha sido el origen de todas las razas?

¿Me heredas este apego tú?, ¿la vena árabe de la tatara abuela Latefa? Sabemos que nunca lo sabré…aún no termino de convencerme de las bondades de someterme a una regresión que, dicen, seguro me daría los elementos para explicar todos estos y otros tantos de mis sentires…esos heredados de los viajes de la energía que hoy vive en este cuerpo.

Como debes haber notado….Hoy mis letras están dedicadas a la memoria de dos personajes de gloriosa y arraigada memoria….la de mi querida Juanita y enseguida….la del ser que pareciera haberme sido enviado para retomar los cuidados que ella dejara truncos por salir de mi vida sin mi consentimiento previo. Así, hoy escribo también, para mi querido amigo Munda Zimamba Baruti, alias Vicky, originario de Kinshaza o Brasaville en la actual República del Congo.

Es balsámico escribir en su memoria, pues no conozco el paradero de la primera, ni tampoco si los sueños del último están realizados o si algún inimaginable suceso se atravesó por su camino para truncarlos. ¿Habrán venido Juanita y Vicky del mismo lugar?… ¿habrán tenido ambos la misma misión? ¿Llegó Vicky a dar continuidad a las lealtades de Juanita? …no lo sé, ni lo sabré, pero si puedo afirmar con toda seguridad que los ángeles no siempre tienen las alas blancas y los ojos claros, y que eso puedo firmarlo con sangre de mi sangre.

¿Dónde está tu alma hoy querido amigo? Sí que hay misterios que siempre lo serán para mí. Siempre me preguntaré qué vinimos a aprender juntos en esta vida. Estoy convencida que yo vine para aprender de ti y de que a ti te fue asignada la tarea de acompañarme con esa fortaleza de espíritu y alma que sólo podía haberse construido con una historia como la tuya. ¿Cómo no escribirte hoy?

Hoy dicen los diarios, que Zaire ha ganado el primer lugar en la lista que ninguna nación desea ocupar, que la pobreza ha triunfado en la batalla de años de lucha desde su joven independencia del Reino de Bélgica en el año de1960. Que las organizaciones internacionales poco han podido hacer para restaurar el orden y la seguridad. Dicen también que desde la salida de Mobutu, las cosas se tranquilizaron y que la ausencia de un orden y un respeto sociales empezó a vislumbrarse como posible en ese entonces. Comentan que la violencia latente disfrazada de tensa calma pudo vivirse entre los años 2003 y 2007, porque ya se preparaba la llegada de Kabila y de su potencial gabinete ministerial, quienes  oficialmente obtuvieron la dirección del destino de tu patria en el año de 2006.

Definitivamente… conozco mucho más de tu vida y de tu pasado, que lo que pude averiguar sobre mi trascendental Juanita. Si alguien en casa conoció sus antecedentes, es claro que nadie se interesó en compartirlos, ni mucho menos en compartirlos conmigo. Sólo supe que ella debió tener unos treinta años cuando fue obligada a cambiar de giro laboral y no volver a su centro de trabajo en donde habitaba yo.

Tú, querido Vicky, tenías ya diez años cuando tus abuelos celebraron la salida extranjera de tu patria….yo no era todavía un proyecto…. pero tú ya sabías que en esa realidad que te enmarcaba, viniendo de una familia de bantúes, estabas determinado a lograr lo que fuera que trazaras para cambiar la historia de ese árbol genealógico en el que sólo aparecían esclavos, mineros y militares. Tú habías logrado ser un integrante letrado, instruido, adicto a los libros, los diarios y los debates entre analistas y científicos sociales.

Me decías con gran orgullo que todos en la familia, todos, habían sido luchadores en supervivencia por la vida en un país rodeado de ira, de violencia, de sangre, de ires y venires, de idas y vueltas como casi en todo tu continente con excepción de Etiopía, de quien te mostrabas siempre profundamente celoso.

Nunca pudiste digerir que fueran ellos y no tus compatriotas los únicos pobladores africanos que mostraran esa resistencia capaz de evitar la  brutal y sangrienta colonización europea. Parecías más enojado aún ante el hecho de que fuesen ellos quienes hubiesen heredado al mundo contemporáneo, las populares rastas equivocadamente atribuidas a la creatividad de nuestra envidiable y relajada Jamaica, en una de esas tantas vueltas, de esos tantos ires y venires entre un continente y otro.

Me pregunto si fue una de esas vueltas que los ancestros de mi querida nana llegaron a las costas del Golfo de México y me pregunto también cómo es que  ocurrió su proceso de supervivencia en una tierra desconocida y lejana. De igual manera me pregunté una y otra vez, ¿cómo puede ser Vicky tan apto para soportar estos largos y fríos inviernos norteamericanos?

Es normal… me decías cuando te lo preguntaba en mi rústico francés….la historia de mi continente nos hace fuertes, nos garantiza que desarrollaremos lo necesario para adaptarnos, nuestra raza es más orgullosa que débil.  «El ejército nacional de mi patria se constituyó de antiguas tribus de caníbales, Adriana;» Mobutu lo decidió así…quería asegurarse de que aquellos guerreros no tuvieran el menor de los miramientos cuando de terminar con la vida de los enemigos se tratara”.

De ahí provengo Adriana….mis ancestros no sacaban el corazón de los mejores para ofrecerlo a los dioses como en tu cultura… mis antepasados lo sacaban para alimentarse de él, ha sido una cultura de supervivencia, la vida nos ha hecho fuertes a quienes sobrevivimos… a veces lo decías en lingalá…. Otras en swahili….otras en lo poco que yo entendía de tu africano francés.

La belleza de un entorno natural nos fue otorgada a cambio del horror… mis ancestros debieron migrar una y otra y otra vez de los grandes lagos del África….no por falta de fertilidad en la región, como lo hicieron tus ancestros aztecas desde Aztlán… los míos migraron de manera forzada por la violencia entre nuestras tribus. Lo lamentable es que hoy la violencia entre tribus hermanas siga ocurriendo por la falta de estructura de nuestros gobiernos.

Que la gente se desplace porque nadie respeta su derecho a la paz y a la seguridad, que la gente siga siendo asesinada por el gran pecado de nacer en una tribu a la que no quiere otra. Cuando deben migrar pierden sus medios para subsistir, pero pierden sobre todo su comunidad, su estabilidad y su seguridad. Las tribus se destruyen entre sí, las niñas y las mujeres son violadas con toda impunidad…. Y yo,….yo sólo pude tomar la decisión de prepararme… de rodearme de ideas y de gente que me impulsara a cambiar esta realidad más que tatuada sobre nuestras mentes. Porque… ¿sabes Adriana? El subdesarrollo y el miedo están solo en la mente de las personas.

Mis ancestros encadenados en sus confinamientos, permanecieron fuertes aún alimentados de papas, de tubérculos, de hojas… construyeron un alma fuerte y religiosa, que los mantuvo vivos con todo y latigazos, con todo y poca comida, con todo y el desgaste físico que los blancos decidieron reservarles a través de las tareas domésticas, de crianza, en las minas y en los campos agrícolas de Brazaville y de Kinshasa.

Atenta escuchaba siempre tus orgullosas reflexiones… pero en el tiempo parecía remitirme al momento en que una tarde, hacía ya muchos, muchos años, cuando sólo tenía ocho, papá había llegado a casa con esa colección de libros para niños. Eran libros muy pequeños y al tomarlos impaciente para revisar los títulos, tocaba sus empastadas cubiertas amarillas, admiraba sus elegantes y finas letras rojas y memorizaba aquellos encantadores, cautivadores, diría más bien, seductores títulos, cuyos contenidos hubiese querido conocer de tan sólo mirarles.

Entre éstos se encontraban sin faltar, “Tom Sawyer Detective”; “20 000 leguas de Viaje Submarino”, “Julio Verne” y ¡“La Cabaña del Tío Tom”! Por alguna razón había sido el título que había leído primero, y de manera alternada mientras terminaba los otros. Con frecuencia lloraba cuando imaginaba la maldad del vendedor de esclavos queriendo separar al tío Tom de aquella familia donde, había pasado de ser parte del servicio, a ser un querido integrante de la familia. Mi llanto era imparable cuando recordaba que el vendedor había puesto el ojo en la compra del pequeño sobrino de ocho años de Tom… lo habría separado de la madre, de no ser porque ésta dejó, escapando a escondidas, la Finca familiar para proteger su estancia al lado de su crío. Cuánta tristeza había logrado sentir tan sólo al leer del trato reservado para los extranjeros servidores de piel obscura en la vieja Norteamérica, ya levemente humanizada en comparación con las prácticas de las que tus ancestros fueron objeto.

Y mientras tú continuabas con singular gallardía tus reflexiones… “si hoy existo, es gracias a que mis abuelos tuvieron la fortaleza de no suicidarse ante la pena de vivir lo que vivían como esclavos, destinados a no defenderse portando cadenas en manos y pies, en ocasiones hasta máscaras en el rostro y, durante los viajes intercontinentales, sujetos como animales con lazos del cuello a barras inmensas de hierro que garantizaban su permanencia como motores vivientes del barco”.

Parecías especialmente orgulloso de estar vivo y de ser el fruto de aquel pasado. “Vengo de una estirpe que sobrevivió a las interminables y frecuentes agresiones del medio”. Es así que puedo sobrevivir en este frío país, manteniendo las notas que tengo, pero sobre todo, comiendo lo poco que como….es racial Adriana, es racial….es la herencia de mis ancestros la que hace posible que hoy, no me caiga en este mundo de blancos civilizados. Parecía más orgullo que enojo, más coraje que envidia, más cinismo que admiración tu opinión hacia “el mundo civilizado”.

No recuerdo la primera vez que cruzamos palabra, si fue después de que te detecté como el hélice más dinámico de las discusiones en la clase de Monsieur Fouché… sólo sé que un par de meses después de inaugurado el programa, ya compartíamos sillas en la biblioteca, y yo ya te preguntaba una y otra, y otra vez, qué quería decir eso de la metodología aplicada al estudio de nuestra clase.

¡Cómo olvidar la anecdótica mañana en que me recibiste con la peculiar noticia! Mi asesor de tesis te había encontrado en el pasillo del aula principal y había comentado con gran suspicacia: «Sr. Baruti, ayer ví a Madame B., su colega de estudio, en la biblioteca con un negro muy guapo»… me relataste con gran seriedad que tu respuesta tranquila había sido simple y llanamente la frase: “Sí profesor, era yo”.

No había disfrutado en tanto tiempo de esa manera tan peculiar…no pude parar de reírme pensando en la broma que querías jugarme y, ¡en la cara que habría puesto Monsieur Therien al escuchar tu respuesta! en eso estaba cuando levantaste la mirada provocando, con la seriedad que te caracterizaba, que mi risa se detuviera.

¿Qué…..no estabas ayer conmigo en la biblioteca? Era yo el negro guapo al que se refería tu asesor….evidentemente quería medir mi nivel de tolerancia….o de seguridad….así que lo dejé saber que estoy de lo más seguro que existe…. Luego te reíste conmigo con la soltura de la risa que yo había perdido al percibirte tan serio al inicio de la conversación. Creo que esa mañana terminamos ambos con dolor muscular de estómago. Si algo habíamos hecho bien, estaba siendo recompensado con aquella divina y gozosa risa, coronada con algunas lágrimas de alegría.

Siempre me pregunté cómo hacías para dormir tan poco, para comer tan ligero y para rendir los resultados que yo no sabía cómo alcanzar. Me respondía a mí misma con la melodía de tu tan orgullosa frase: “es racial Adriana, es racial”. Lo recordaba particularmente cuando me vencía el sueño ante la frustración de no lograr terminar la lectura de Tilly,  Huntintong, Kennedy, o de cualquier otro de los memorables  eruditos cuya memoria  está ahora diluida en la mía.

En esos momentos de frustración me preguntaba: ¿Cómo podría yo haber adivinado lo que me esperaba en Norteamérica una vez alcanzada mi meta? Esa primera semana en la universidad donde compartimos clase, fuiste la única persona que supo leer el terror en mi rostro al ubicarse en esa realidad.

Doce integrantes comunicándose en perfecto y fluido idioma… seis norteamericanos, tres europeos, dos latinoamericanos y tú, como digno representante de la madre tierra africana. No sé si me aterraba más no entender la mitad de lo que decían, o ser la única representante de mi género dentro de aquellas aulas.

Mi compatriota de continente, procedente de la tierra del Ballenato de inmediato se me acercó como conmovido…. ¿y tú? … ¿por qué elegiste esta rama?… ¿Qué no ves que no hay mujeres aquí?, le parecía como innecesario que tuviera yo que someterme a la misma disciplina que todos los demás. Recuerdo que nos observaste platicar en español y luego te acercaste a repartirme la hoja de bibliografía para la siguiente clase.  Bueno –me dijo Álvaro–, si necesitas algo te doy mi teléfono y lo revisamos….y se fue como apresurado a la siguiente clase.

Yo no tenía la menor idea de que las dos próximas horas habríamos de compartir salón tú y yo, así que cuando llegué y te vi en el medio de la clase, me sentí profundamente confiada. Me atrevería sin temor a decir que por alguna razón me sentía protegida. Me pregunto si algo en mi mente había evocado o relacionado tu imagen con la presencia y el sentido que en mí había impreso la presencia de mi querida nana tantos años atrás.

Ahora creo que las almas si se leen y se identifican, que si se reconocen y se reúnen, porque entre todas aquellas almas reunidas, fue la tuya la que supo que la mía estaba en una fase profunda de terror. Seguro era mi mirada que observadora se preguntaba quiénes irían a ser mis compañeros más cercanos… O con quién iba a lograr comunicarme sin que se preguntaran lo que en realidad yo quería decir. ¿Cómo iría a localizar el más choncho de los diccionarios para comprender cada una de las palabras que en aquellas discusiones se abordaran?

En eso estaba reflexionando cuando escuché tu voz: «Excuse moi mademoiselle»….. Oui, te respondí… “Est que cette place est occupé?”
Non… “est ce que je peut m’assoir?” Oui…. creo que en ese entonces yo sólo me comunicaba con monosílabos por carecer de la seguridad para expresarme al inicio de tan grata expedición.

No recuerdo gran cosa de esas primeras clases, salvo el pánico con que salí de ellas. ¿Será que estoy a nivel de entender todo esto?; ¿será que podré hacerlo?; ¡Si hay tantas cosas que sigo sin entender!; ¿cómo es que obtuve una puntuación tan alta en mi examen de idioma?

Me repetía como regañándome a mí misma: ¡aquí tienes lo que tanto perseguiste!…ya lo tienes aquí…ahora a realizar con esto lo que se supone que debes hacer. De pronto aquel paquete era demasiado grande, inmenso, titánico, comenzaba a preguntarme qué herencia genética me había hecho ser tan empecinada… para qué diablos había invertido tanto tiempo, tanto esfuerzo, tanto sueño en obtener el lugar de aquella banca que ya ocupaba mi trasero.

¿Por dónde voy a empezar?… si en la vida se nace con estrella o estrellado, en ese momento me sentía perteneciente al segundo grupo. Estoy segura de que sin tu acompañamiento, muy probablemente habría caído en depresión al término del primer semestre del programa. Fuiste mis ojos, mis oídos, mi traducción, mi intérprete, el instructor del metro y de los cálidos subterráneos, el único que entendía que no todos los latinos la pasaban bailando, el único que creía que si mi asesor de tesis se había atrevido a realizar su tesis en un idioma no natal, yo tenía el mismo derecho y capacidad divinos de buscar y de alcanzar ese desafío personal.

Seriamente fuiste enviado para cuidar mi supervivencia como lo había hecho tantos años atrás la memorable Juanita. Fuiste el viento bajo mis alas, como cantaría tan musicalmente la canadiense compositora. Hoy me duele profundamente no tener una sola noticia tuya. Hoy me temo que en tu lucha por los cambios en la tierra de nadie, tu camino se haya visto truncado por ese empecinamiento que rebasaba por mil al mío.

¿Qué ha pasado en el gabinete de Kabila?; ¿por qué te obsesionaste con regresar?, ¿vale el amor a nuestra patria el precio de nuestra vida? ¡Cuántas veces hablamos de tus proyectos de volver! No regreses Vicky, mejor quédate en América y desde aquí trabaja. Adriana, “no puedo sustituir a Kabila si mi residencia está en otro país”. Pero no tienes que sustituir a Kabila para lograr hacer cambios. “Adriana…es África, es Brazaville, es Kinshasa….es República del Congo…ahí todos sabemos que para hacer cosas se requiere poder, se requiere ser El líder y tener la gente, las armas, la última palabra para que ésta se aplique, aun teniendo en contra al mundo.”

¿Qué fue de tu vida querido amigo? ¿Quién te ha desaparecido o hecho cambiar de identidad, al punto de desactivar tus cuentas de correo y eliminar toda comunicación con nuestros compañeros? ¿Por qué nadie sabe de ti?; ¿Vives? ¿Te has ido ya? ¿En qué lugar del Congo te encuentras operando?, ¿ha llegado algún comando armado a casa para despojarte de la vida, muy a la usanza del tratamiento a los opositores de régimen, en tu patria… y en la mía?, ¿Son todas estas preguntas otra de las incógnitas que no voy a descifrar?

En los diarios busco ansiosa tu nombre, esperanzada en que alguna mañana por fin un día pueda leer tu apellido y con ello cerrar la triada con la que titulé este ensayo. En el fondo, sólo deseo alguna señal de tu vida en donde sea que se esté desarrollando, hayas cambiado de proyecto o no. Espero que, donde quiera que esté, tu alma se encuentre en paz.

Que se te conceda querido Vicky, la alegría de ver el avance de lo mucho que soñaste, que concebiste y por lo cual luchaste para tu patria y tu continente, para tus hermanos bantúes y para tu familia, la de sangre, y la que fuiste eligiendo en tu paso por nuestros caminos.

Concluyo tranquila estas páginas, pensando que, si los esclavos y los amos se encuentran a través de los tiempos, si las misiones se van completando a través de las vidas, si las almas se reconocen y apoyan en dimensiones y espacios variados, entonces es claro que en adelante habremos de coincidir, de reconocernos y de continuar, no sé qué viaje, ni que experiencia, no sé en qué tiempo ni con qué meta.

Hasta la próxima, ilustre Zimamba. Hasta la próxima, entrañable Juanita, espero que su paso por mi vida no haya sido como la partida de Quetzalcóatl, porque esta historia…seguro continuará.

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