Por María Negro
Tantas cosas ya no me corresponden.
Pensarte, por ejemplo.
Parece más un ejercicio de saqueo en la memoria.
Un esmerado esfuerzo individual.
Salir a pasear por donde sonrías,
por donde tu mano aún me busque la espalda
y no encuentre insectos.
No es que este mal pensarte.
Mi pensamiento es mío,
no le debo explicaciones públicas a nadie
de mi fantasía.
Es que ya no me corresponde hacerlo.
Ya corre el tiempo lento
de aprender a despertar sin preguntar
por vos,
por tu espacio completo.
No me corresponde la sonrisa
si escucho tu nombre,
si las bocas indiscretas
te traen de las vocales
hasta este olvido raro.
No me corresponden
los suspiros oxigenados,
esos que se mezclan en los dedos,
los que hurgaron tus cosas más lindas
para quedarse enredados en pavadas,
en pataleos obsoletos.
No me corresponde en absoluto,
no tiene el menor sentido pensarte.
Considerar que te abrazo un poco
entre tanta ausencia
cosida con silencio.
Resucitar tu caricia,
la que muda la piel
hambrienta, combustible.
No me corresponde este pensamiento.
Ni alguno que te incluya en lo más pequeño.
En todo el tiempo que pierde su sentido.
Samsara siempre tiene la última palabra.
Y ha dicho:
No quiero.
«… No me corresponde la sonrisa
si escucho tu nombre,
si las bocas indiscretas
te traen de las vocales
hasta este olvido raro…»
Qué versos. Tan llenos de fuerza e inmortalidad.
Bellísimos
Muchas gracias a la poeta por compartir tan exquisito ejercicio literario.