Por Priscilla Alejandra Madrigal Melgoza
¡Artistas toquemos! ¡toquemos fuerte! ¡que nuestra voz se escuche!
¡porque lo que se escucha mueve y lo que mueve toca!
¡Qué absurda sociedad!
A esta sociedad de la que formamos parte:
este mundo, nuestro mundo: México,
que cada vez son más los atrabancados
y menos los artistas queriendo tocar lo intocable
con sensibilidad e inocencia y piscas de fe,
dando algunos pasos pequeños y menos vistos.
¡Qué absurdos son los pasos!
Los pasos de la sociedad ingenua
que actúa sin repercusiones:
“los inocentes, pero más inconscientes que nada”
¡ojalá, ojalá! gritaran más fuerte
para que ese miedo que paraliza, estanca y congela,
como cubo de hielo en la nevera, fuera disuelto
de acciones firmes, espontaneas y creativas.
¡Qué absurdo es el miedo!
El miedo no es banal,
prestémosle atención a lo que nos va diciendo,
dejemos de echarlo a un lado o para atrás,
pongámoslo de frente y ataquemos eso que incomoda;
utilicemos esa gran fuerza de impulso
para generar, hacer, accionar y no esquivar.
¡Qué absurdo el mexicano evasor!,
que, al correr, no lo ve; que el ego y el desinterés
inunda la vida dejando a lado lo que hay,
y que lo que hay es solo queja,
y que en la queja está el problema:
“no hacemos nada”,
y mientras más intentamos de lo mismo
“la queja continua y el cambio nunca llega”.
¡Qué absurda población!
Da coraje la población que imita,
de tristeza una ración
que grita lo que los demás,
murmurios que agonizan la razón
que impotencia que marchen por marchar,
que eligen sin saber, sin conocer,
por apariencia o por beneficio.
¡Qué absurda la frialdad!
¿Cuántos cuerpos fríos y personas con vista tibia?
ante los secuestros de la esquina
que incluso ya no piden dinero,
con un alma mezquina
que se han convertido en más viles y fríos
que ahora lo que quieren es violentar y maltratar,
hasta aniquilar el alma y cortar la piel.
¡Qué absurdo es el pavor!
Puentes con hieleras y cuerpos dentro,
escalofríos que empapan el cuerpo vivo,
olvidados en el viento y catástrofes en estos tiempos,
homicidios día a día que alteran los prejuicios.
Patologías, trastornos, enfermedades
quebrantan la salud e inquietan la virtud.
¡Qué absurdo el gobierno!
El gobierno trae las armas que disparan tantas balas;
corrupción inquebrantable que somete al sistema
direccionando a estancamientos tan pausados
y generando lo mismo que no funciona,
que tapa y pone parches a lo fresco, ¡a lo que está!
ocultar es tarea muy sencilla.
¡Qué absurdo el sistema!
del que todos formamos parte; ciudadanos y gobierno,
todos infiltrados en los esquemas que esclavizan,
victimizan y adjudican responsabilidades
de quien entra a marcha y prisa:
dentro del sistema no hay escape.