Por Omar Garzón Pinto
A Luz Marina Bernal Parra
Fui tras la caricia de tus dedos,
pero ya no estabas.
Fui tras una palabra de tus labios,
pero no te conocían.
Caminé la misma ruta de todos tus suspiros
para encontrarme con el verso que te nombra sin hallarte.
Arrojo piedras desde la orilla de los lagos cuando es viernes
y son las once de la noche en la edad de mi tristeza.
Me paro sobre el borde de la vida mientras miro a todas partes.
Me pongo sobre el filo de la noche esperando a que regreses.
Me pregunto cada tarde qué será del mundo si no vuelves con tu luz
porque hacer la misma cama, comer en la misma mesa, habitar esta misma casa sin ti,
sin tu latido, es el más cruel, el más doloroso, el más lamentable de los exilios.
Aún te espero, mi amor.
El Tomate
Hoy he vuelto a mi casa. La he barrido, la he lavado, la he arreglado.
Le quité las telarañas, boté los muebles arruinados, le limpié el llanto.
Abrí las puertas y ventanas y me asomé porque estaba ansiosa de la vida.
Pero afuera todo sigue igual.
El mismo paisaje inmóvil desde hace algunos años cuando los hombres fueron trasquilados
y las mujeres teñidas de ceniza y las niñas pasadas por la inmensa hoguera de los llantos.
Hallé el silencio limitando con las púas de las cercas donde no creció ninguna flor.
Yo busqué un fruto donde ni siquiera había aliento ni humedad en la tierra de El Tomate.
El cielo se llena con la luz de los ausentes. La noche renace con la voz de los caídos
en este río seco que vio morir ahogados a nuestros viejos,
en este mar tiznado donde desembocó el cuerpo calcinado de los niños.
Hoy he vuelto a mi casa. La he pintado, la he arreglado, la reconstruí; nada fácil,
porque es lamentable llegar de nuevo, después de tanto tiempo, a limpiar pasillos
como si nada hubiera muerto, como si nada nos doliera en estas tierras de El Tomate.
Donde los montes se parecen más al cementerio de los hombres, de los que no se habla,
porque solo son higuera que no florecerá y por lo tanto ya no es necesaria
en esta tierra imaginaria y fantasiosa de El Tomate, de la que nadie sabe nada,
de la que nadie dice nada.
Soacha sin ti
No es que mis manos retraten las tuyas en la inmensidad de la hoja.
No es que mi corazón resienta tu rostro invisible sostenido en mi pecho.
No es que mis oídos te escuchen susurrándome en cada paso del viento.
No es que mis labios extrañen tus besos ni que mis brazos anhelen tus hombros, tu espalda, tu cuello.
Lo que pasa es que estas calles aún te describen sin dar alguna razón de tu nombre.
No es que mi lengua todavía hable tu idioma.
Lo que sucede es que no he dejado la costumbre de ejecutar tu conjuro,
ese que me lleva a sentirte en todas partes cada vez que te extraño
y que la noche me dice que no estás conmigo, que ciertamente no estás en ningún lado.
Omar Garzón Pinto: Sus poemas han sido publicados en antologías, periódicos y revistas especializadas de Argentina, Chile, Venezuela, Costa Rica, Cuba, El Salvador, Nicaragua, México, España, Guinea Ecuatorial y Colombia.
Omar Garzón es autor de los libros de poesía Faro desnudo, editado por la Liga Latinoamericana de Artistas (Bogotá, 2011), Flores para un ocaso, Liga Latinoamericana de Artistas (Bogotá, 2013) y Un poeta es un satélite en constante caída, Senderos Editores (Bogotá, 2015).
Varios de sus poemas han sido musicalizados por el cantautor Leandro Sabogal y su trabajo Flores para un ocaso ha sido traducido al francés, inglés e italiano. Dirige el blog farodesnudo.blogspot.com