Alicia Rodríguez Luna
GUADALAJARA, JALISCO, MÉXICO
Llegamos a la exposición de moda más representativa de la ciudad y de Latinoamérica. Habíamos viajado por más de una hora para llegar a Expo Guadalajara, poco antes realizamos una nota sobre los bicipuertos que se estaban instalando en la glorieta Chapalita a consecuencia de la demanda que provocaba el programa de bicicleta pública en el estado.
En los chats de la red social Whats App de Protección Civil y Bomberos del Estado y del noticiero donde laboraba (Meganoticias), dieron aviso de la explosión de una pipa de gas en una de las principales avenidas de Tonalá. Este provocó un impresionante incendio en un gimnasio y en varios vehículos que se encontraban estacionados, así como la caída de varios postes de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la pérdida de negocios aledaños a la zona, quemaduras en el cuerpo de las personas que hacían ejercicio o caminaban cerca de la calle Malecón y la evacuación de una guardería que tenía en su interior a más de 80 menores de edad.
Leía toda esa información al camarógrafo cuando mi jefe preguntó quién se trasladaría a la zona para reportar el hecho y no dudé ni un segundo cuando levanté la mano y me propuse para hacerlo. Le dije a mi compañero que manejara a toda prisa hasta la Avenida Río Nilo. Y así fue como, abusando de su capacidad al volante y de sus miles de atajos para evitar el colapsado tráfico, llegamos hasta el lugar donde se había provocado el estallido donde policías y personal de bomberos municipales resguardaron la zona y evitaron el paso de las personas a más de un kilómetro de distancia.
Bajamos del vehículo, tomamos el micrófono, la cámara y nos colocamos las identificaciones del medio de comunicación para que nos dejaran ingresar a la zona de riesgo, ahí nos encontramos a varios compañeros que nos dieron instrucciones sobre lo que estaba pasando. Había gente por todos lados, algunos mirones y otros más que estaban llorando preocupados ante el inexplicable siniestro que los había apremiado.
Nos instalamos en la zona de riesgo, Venegas, mi compañero, se subió al puente peatonal para hacer algunas tomas aéreas mientras yo buscaba alguna entrevista que me diera detalles de lo que había sucedido. De repente sonó mi teléfono celular, me llamaron del noticiero nacional para enlazarme y reportar a la ciudadanía lo que había ocurrido. Pedí cinco minutos para concretar una entrevista con el director de bomberos del municipio de Tonalá de nombre Héctor Topete Tovar, un tipo uniformado, con las manos manchadas de carbón y con un perturbante aroma a azufre Me miró impresionado, se sacudió y accedió a proporcionarme los detalles más relevantes del suceso.
A nivel nacional, el funcionario informó que la explosión fue causada por una negligencia del conductor de la pipa de gas, el cual se quedó sin frenos al manejar a exceso de velocidad. Tras maniobrar por varios minutos para detener el vehículo éste no tuvo un resultado oportuno, su única opción para salvar su vida fue abrir la puerta y, como en toda película de acción, salió disparado, dejando a la suerte el automotor que segundos más tarde se impactó en un poste de la CFE. El accidente generó una explosión que arrasó con negocios, automóviles y la vida de muchas personas que se encontraban cerca de la zona.
La descripción que el bombero ofreció a la audiencia fue escalofriante, verdaderamente parecía una historia de película, en donde los involucrados en la escena principal se esfumaron y nadie vio nada. Los vecinos simplemente escucharon el estruendo de la pipa de gas, percibieron el incendio, bajaron las cortinas de los negocios y se ocultaron en sus casas. Otros ayudaron a salir a los pequeñitos de la guardería y evitaron que las llamas consumieran su patrimonio o que terminara con sus vidas.
Muchas de las personas dieron sus versiones, todas apuntaban al mismo responsable: “fueron los de la pipa de gas que venían manejando muy rápido, perdieron el control, se estrellaron y provocaron la explosión”. Algunas madres de familia llegaron corriendo desesperadas buscando a sus hijos, otros más se dirigieron a los negocios a investigar si sus familiares estaban vivos o tenían algún daño. La zona era una sala de shock. El ambiente era tenso y el personal de Protección Civil del Estado decidió evacuar a todas las personas para evitar que una nueva explosión tuviera desenlaces mortales. El noticiero tuvo varios cortes informativos, en todos, la imagen principal era desconcertante, peor cuando fue evidente que había muchas personas lesionadas y que su vida estaba en riesgo.
Para mí el tiempo transcurrió más rápido de lo normal, aunque las horas fueron eternas para los que se convirtieron en los héroes que ayudaron a sacar a los menores de la guardería el pasado 19 de enero.(1) Estos permanecieron en algún hospital de la ciudad recibiendo algún tipo de atención médica ante las múltiples quemaduras que presentaban en su cuerpo. Algunos estaban conectados a respiradores artificiales o eran atendidos con medicamentos, inyecciones y ventiladores que les ayudaban a disminuir el ardor que desprendía su piel, mientras que los más graves eran trasladados al quirófano.
No sólo ellos fueron atendidos, quienes se encontraban en el gimnasio o pasando por la calle al momento de la explosión también resultaron gravemente heridos. La primera víctima mortal apareció un par de días después, se trataba de una mujer de 45 años de edad que murió debido a complicaciones en las vías respiratorias, así como múltiples quemaduras que sufrió en el 48 por ciento de su cuerpo. A ella la recordamos todos, la llamaron “heroína”, sus compañeros de trabajo presumieron que era una persona “luchona”, alegre y que nunca se daba por vencida. Su familia se hundió en un mar de lágrimas y el único consuelo fue que había salvado las vidas de muchos angelitos que en un futuro se lo agradecerán.
Esta historia nunca se olvidará sobre todo porque el responsable de varios accidentes nunca ha sido sancionado, porque el poder financiero puede más que la vida de las personas. Esa es la explosión de la pipa de gas Nieto que, tras el hecho, provocó que las instalaciones fueran clausuradas y nadie supo a dónde se fueron los responsables. Solamente conocieron a quienes desde ese día son llamados “los héroes de la explosión”.
(1) El accidente tuvo lugar el 19 de enero de 2016.