Por Cristina Lima
Su respiro delicado estremece los sentidos
y las aves responden con aleteos,
su mirada crea los destellos en la habitación,
y su cuerpo esbelto reposa sobre una superficie plana.
Levanto la mirada y me toca con sus ojos,
no necesito estar en otra parte.
Recorrer sus senos es suficiente,
lo delicado de sus labios,
la dulzura de su cabello lacio y breve,
la textura de sus pequeñas manos de algodón,
su vientre terso de mariposas,
sus dientes hechos de polvo de la Luna,
su sonrisa rebosante de alegría.
La beso y las nubes me secundan,
estoy hecha para ella,
sus suspiros que son los míos
no mienten.
Amanece y el tiempo avanza con lentitud,
su respiración remueve mi cabello
y puedo sentir sus sueños:
soy uno de ellos.