Por Édgar G. Velázquez
Cuando Agosto arranca mis cabellos
y los hace hebras de la carne,
tu imagen me besa el recuerdo
y mi boca llora sus lágrimas.
Ya no me importa sentarme a mi lado
mientras mi madre se avergüenza de su frente besada,
entonces…
mi pie derecho se aburrirá de ser derecho
y el izquierdo se cansará de ser más largo.
Haré una estrella,
las nubes no avanzarán:
todos tenemos secretos.
Sentaré en tus ojos al cielo,
los ritmos de la vida son distintos a los que nos habían planteado.
Los reflejos de lo que somos están en todas partes.
No hay nada más doloroso que escuchar de un hijo que está cansado de vivir.