Por César Coca Blanes
Nueva Era. Hora 0.
Disparo cañón Popa.
Coordenadas Palacio.
Proximidad 3 millas.
Habla Vladimir.
Inicio de hostilidades,
asalto,
emancipación y gloria.
El hombre de Kansas
y su flor de muerto
vigila,
afila bayoneta.
El fuego de la batería ha sido silenciado
pero continúa con ardor el grito obrero,
detonaciones, metralla, almas desmembradas,
la libertad ilumina las calles rojas.
Hoy es el comienzo.
Por los muelles encadenados del sindicato
sopla desesperada la sombra de Ellis,
el estibador comisiona banana y tabaco
los marineros torcidos dormidos entre las enaguas rotas
el crepúsculo del Hudson no huele a taiga.
Mijaíl alumbra las barricadas con tu voz de acero
con el fuego redentor de tus palabras graneadas
aplasta con el tántalo de tus versos el cuerpo del almirante,
el ojo del ministro, el cráneo de la duquesa, la boca del lacayo.
El cuerpo expedicionario atesta los mercantes
voluntarios adolescentes nacidos de las espigas del trigo
de las hojas negras de los páramos mineros del oro,
los nuevos perros para morir en el barro primigenio
para desaparecer pulverizados en los cráteres del absurdo.
Salvajes combates en las puntas metalúrgicas de oriente
las llamas de fusilería dejan ver el rostro de los héroes
de los ferroviarios utópicos, del dramaturgo herido
de los panaderos arruinados, del sastre del regimiento,
del hambre de los hombres.
Hay cantos de trompeta para la esperanza
ritmo en la oscuridad en los sótanos del puerto,
en Octubre estrena Dixie Jazz Band, suena despacio;
Charly suelta las serpientes a los corazones,
a los oídos del elefante, a los sueños perdidos.
Te encuentres donde te encuentres, cada verso te dirige inexorablemente, te arrastra y te engulle en este poema que actúa como un embudo que te lleva cinematográficamente al umbral de la Nueva Era. Hora 0.