Por Javier Cruz Roque
Me gustaría callar al demonio que llevo dentro.
Imaginar que las palabras no existen,
que esa quietud aparente de las estrellas
alcanza para matar soledades.
Me hubiera gustado sentir el sonido de una lágrima sobre las hojas secas,
pensar en lo abstracto de mis reflejos,
pero es la imagen de alguien
sobre el frío vidrio de tu cuerpo;
esa persona podría ser yo,
o mi espíritu antes de la fundación del mundo,
cargado de ostracismos y vanidades,
o quizás sea la otra parte de mí que no conozco.
No quiero preguntar quién es,
le temo a ese fuego en las pupilas.
Me gustaría callar al demonio
porque de tanto escuchar al silencio
he quedado sordo en mi soledad
buscando en vano luces en el horizonte.
Fuera de mi anatomía,
templo del espíritu reencarnado,
expulso demonios con la cruz
y un: ¡Vade Retro!
Me gustaría matar al demonio que llevo dentro
porque al estar él sin palabras,
no veré más su cara en el espejo.
(25 de Febrero del 2000)