Análisis político

Bolivia

Por Viviana Belmonte

 

 Yo escucho todavía los ecos de tus lejanos latidos,

y escucho todavía las canciones de tus entrañas,

tu eco distante,

aunque, a veces, las voces se hacen lejanas

y la distancia se acrecienta entre lo que es mío y mi cuerpo.

No regreso, pero estoy en ti.

 

Y el eco como un dios poderoso me responde:

yo también escucho tu triste cantar melancólico,

tampoco te he olvidado,

y en las noches lloro tu partida cual tormenta que llega,

que golpea la ciudad dormida, es mi canto que te llama.

Yo te arropo en tu distancia y añoro tu retorno,

te escucho llorar, pero mis brazos no te alcanzan y tú no me oyes

 

¡Ay, mi corazón se quiebra con tu nombre!

¿Por qué no escuchas mi llamado, por qué no me hablas?

Tu silencio acusador es el que me quiebra y condena.

 

Los aires soplan tu nombre,

los ecos repiten mi llanto

y recorro caminos distantes sin siquiera poder hallarte.

 

El mar también dice tu nombre y aún en él puedo verte,

puedo continuar mi camino y aún, si estoy lejos, sentirte.

La tierra que me habita.

La piel y mi sangre.

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