Contruyendo poesía,Dictaduras y golpes de Estado, número 23

Tierras, restoranes, sueños y miradas

Por César Velázquez Cervantes

Rosarito, Baja California.

(estertor inaudible)

Anfibios rituales cree ver al ángelus.

Asta rígida y atrofiada

en la que se cuelgan siempre cadáveres

(ensartados del cuello y hasta el cuello)

La genealogía de la ficción,

el goce de perdernos en la mentira bien contada.

Pesadez que sucumbe ante el peso del asta,

cayendo a espaldas múltiples,

partiendo, sangrando de odio.

Voy por la misma, sin estar donde suponen estoy,

cerca, hundido, sin saber, sin conciencia.

-Pobre de Alfredito, tan joven lo mataron y todo por andar de revoltoso,

no, no, no, eso se sacan andando ahí nomás.

-Sí Carmelita ya sé, Chemita su papá no es el mismo desde aquel entonces, ojalá Dios perdone al desconsiderado de Alfredito, por andar con sus mensadas dejó a Chemita destrozado.

Limitaciones políticas impuestas,

no saber hablar de eso,

no deber hablar de eso,

no hay que hablar de eso:

-No señor, por favor déjeme le explico.

-No cabrón, me explicas madres.

-Pero ofi…

-¡DE RODILLAS!

La frontera entretejida, la frontera restringida;

los transformadores desganados.

 

Un muerto sin respirar trata de escaparse de aquí,

busca ser invisible; planea su tumba: el olvido;

piensa que todo después tendrá sentido,

sabe que lo de ahora:

estar de rodillas,

escuchar los gritos de los agentes,

sus golpes e insultos;

podrán olvidarse en el olvido: la muerte.

El muerto sabe muy bien cuál es el delito por el cual es arrojado al piso

con un arma apuntando a su nuca,

sintiendo y saboreando la humedad de la tierra;

es ya una sensación familiar:

declarar lo mecanografiado horas antes,

recibir la calentadita pa’ que lo recuerde bien letra por letra,

cerrar la boca, cerrarla bien cerradita

y hablar cuando te digan y nada de pasarte de vivo que ya estás

más pa’llá que pa’cá cabroncito, ¡no le juegues al pendejo!,

y si no, quieres que te diga o no te quedo claro.

Sueño, especulación de los cansados que estrechan su tiempo.

-(…) yo soy inocente señores.

Él sabe que falta poco para su libertad:

¡¡¡¡[ ]!!!!

(…¡no la chingues!…qué!, uno más…pobre pendejo… se hubiera quedado calladito…)

tierras, restorantes, sueños y miradas

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